Cuando una persona entra a una operación, una de las primeras dudas es: ¿qué tipo de anestesia me van a poner?. Una de las técnicas más usadas, sobre todo en cirugías de la parte baja del cuerpo (cesáreas, operaciones de rodilla, cadera, hernias), es la anestesia raquídea.
En palabras simples, la anestesia raquídea consiste en aplicar un medicamento en la espalda, en la zona lumbar, justo en el líquido que rodea a la médula espinal. Eso hace que la persona pierda la sensibilidad y el movimiento desde el abdomen o la cintura hacia abajo, quedando completamente despierta, pero sin dolor.
Es una técnica muy segura, rápida y eficaz. Tiene muchas ventajas:
-Evita la anestesia general (no hay que dormir a la persona ni intubarla).
-El paciente se recupera más rápido.
-Es ideal en embarazadas para cesáreas.
-Permite menos complicaciones respiratorias.
Sin embargo, como todo tratamiento médico, no está libre de efectos secundarios. Los más frecuentes son la bajada de presión arterial y la bradicardia, que significa que el corazón late más despacio de lo normal.
Y aquí aparece nuestra gran pregunta:
¿Por qué el corazón puede enlentecerse con la anestesia raquídea?
¿Es peligroso?
¿Cómo lo maneja el anestesiólogo?
Este artículo responde esas dudas en un lenguaje sencillo, para que cualquier paciente lo entienda y entre a su cirugía con más confianza.
¿Qué es la bradicardia?
El corazón es como un reloj que marca el paso de la vida. Normalmente late entre 60 y 100 veces por minuto en una persona adulta en reposo.
Cuando el pulso baja de 60, hablamos de bradicardia. Pero ojo: no siempre es algo malo.
Un deportista de alto rendimiento puede tener un pulso de 45-50 en reposo, y estar perfectamente sano.
En cambio, en una cirugía o con ciertos medicamentos, si el pulso baja demasiado, puede causar mareo, falta de oxígeno al cerebro o incluso desmayo.
Para que te hagas una idea:
60 a 100 latidos/minuto normal.
50-59 pulso un poco lento, muchas veces sin problemas.
40-49 puede dar síntomas como mareo o náusea.
Menos de 40 puede ser riesgoso, el cerebro y los órganos reciben poca sangre.
En una operación, lo que preocupa al anestesiólogo no es tanto el número exacto del pulso, sino cómo responde el paciente. Si el corazón late a 48, pero el paciente está estable, no pasa nada. Pero si de pronto baja de 70 a 35 en segundos, ahí sí se encienden las alarmas.
Por eso, durante una cirugía con anestesia raquídea, el anestesiólogo siempre coloca monitores que muestran en pantalla la frecuencia cardíaca en tiempo real. Así puede detectar cualquier bajada y actuar inmediatamente.
¿Por qué la anestesia raquídea puede causar bradicardia?
Aquí entra un poco de fisiología, pero te lo explico sencillo.
La anestesia raquídea actúa como si durante unas horas desconectara ciertos cables eléctricos del cuerpo. Al bloquear los nervios que transmiten la sensibilidad y el movimiento, también bloquea fibras nerviosas del sistema simpático, que es el encargado de mantener la presión y el pulso en equilibrio.
Cuando se bloquea este sistema:
Los vasos sanguíneos se relajan demasiado esto hace que la sangre se acumule en las piernas y abdomen, y que menos sangre regrese al corazón.
El corazón recibe menos sangre (menor retorno venoso) se siente “vacío”.
Imagina que tu corazón es una bomba de agua. Si el tanque (las venas) está lleno, la bomba trabaja normal. Pero si el tanque se vacía, la bomba detecta que no tiene líquido y automáticamente baja la velocidad para “protegerse”. Eso es, en resumen, lo que pasa con la bradicardia en la raquídea.
No siempre ocurre, pero sí es un efecto esperado, sobre todo si el bloqueo llega a zonas altas de la médula, donde el control del corazón se ve más afectado.
¿A quién le pasa más seguido? (Factores de riesgo)
Aunque la bradicardia puede ocurrir en cualquier persona, hay algunos grupos que tienen más probabilidad.
Jóvenes y deportistas: Tienen corazones entrenados que laten más despacio de por sí. Si ya tienen un pulso de 55 en reposo, con la raquídea puede bajar a 40 con facilidad.
Pacientes que toman medicamentos para la presión o el corazón: Por ejemplo, los betabloqueadores ya hacen que el pulso sea bajo, y sumados al efecto de la anestesia, se potencian.
Embarazadas: El útero grande comprime las venas del abdomen, dificultando el retorno de sangre al corazón. Si a eso se le suma la anestesia raquídea, la probabilidad de mareo y bradicardia aumenta.
Pacientes con hipovolemia: Si ya estaban deshidratados o con pérdida de sangre, el corazón recibe aún menos volumen.
Bloqueos altos o con dosis grandes de anestésico: Cuanto más se extiende el bloqueo hacia arriba, mayor compromiso del sistema nervioso simpático.
Esto no significa que estas personas no puedan recibir anestesia raquídea. Solo quiere decir que el anestesiólogo estará doblemente atento a los signos vitales y preparado para actuar.
¿Cómo se siente un paciente cuando le baja mucho el pulso?
Aunque el paciente está despierto durante la anestesia raquídea, rara vez nota los cambios de pulso, porque el anestesiólogo actúa rápido.
Sin embargo, si la bradicardia es significativa, el paciente puede sentir:
Mareo o sensación de desmayo.
Náuseas o vómito.
Sudor frío.
Debilidad repentina.
Zumbido en los oídos o visión borrosa.
En casos graves, la persona puede perder el conocimiento por segundos, pero el anestesiólogo siempre tiene medicamentos listos para revertir la situación de inmediato.
Es importante aclarar algo: la bradicardia no significa que el corazón se va a detener para siempre. Significa que está más lento de lo normal, y casi siempre se corrige con maniobras sencillas.
¿Qué hace el anestesiólogo para prevenirlo?
La prevención es la clave. Antes de iniciar la cirugía, el anestesiólogo ya tiene un plan para evitar que baje demasiado el pulso. Algunas estrategias son:
Colocar suero intravenoso antes de la punción, para llenar los vasos sanguíneos y mejorar el retorno de sangre al corazón.
Usar la dosis justa de anestesia, sin exceder lo necesario para la cirugía.
Mantener al paciente monitoreado con un electrocardiograma, oxímetro y presión arterial cada minuto.
Tener medicamentos listos como atropina o efedrina en la mesa, para usarlos si fuera necesario.
De esta manera, el anestesiólogo se anticipa al problema. Muchas veces el paciente ni se entera de que en algún momento el pulso bajó un poco, porque se corrigió en segundos.
¿Qué pasa si ocurre la bradicardia durante la operación?
Si el anestesiólogo detecta que el pulso baja demasiado, actúa en pasos sencillos:
Cambiar la posición del paciente. Levantar las piernas o ponerlo ligeramente de lado puede mejorar el retorno de sangre al corazón.
Aumentar líquidos intravenosos. Más volumen = más sangre circulando.
Medicamentos de rescate.
Atropina: acelera el corazón rápidamente.
Efedrina: además de subir el pulso, también eleva la presión arterial.
Adrenalina: se usa en casos extremos de paro cardíaco, lo cual es muy raro.
Todo esto ocurre en segundos, y el paciente casi nunca alcanza a percibir la gravedad del episodio.
Preguntas frecuentes de los pacientes
¿Es peligrosa la bradicardia?
Generalmente no, porque el anestesiólogo la detecta y la trata de inmediato.
¿Me puedo morir por esto?
El riesgo existe, como en cualquier acto médico, pero es extremadamente bajo. El monitoreo y los medicamentos hacen que sea controlable.
¿Se puede prevenir?
Sí. Con hidratación, dosis ajustadas y vigilancia constante.
¿Qué pasa si ya tengo el corazón lento?
El anestesiólogo lo tendrá en cuenta y ajustará el plan. No es una contraindicación absoluta.
Conclusión
La anestesia raquídea es una técnica muy utilizada y segura. La bradicardia es un efecto secundario conocido, esperado y controlado por los anestesiólogos.
Para el paciente, lo más importante es informar al médico sobre enfermedades previas, medicamentos que toma y antecedentes cardíacos, y confiar en el equipo que lo acompaña.
La mayoría de los episodios de bradicardia se resuelven en segundos y sin consecuencias. Así que si alguna vez te toca una cirugía con anestesia raquídea, puedes estar tranquilo: tu anestesiólogo ya tiene todo bajo control.